Octubre parece ser el mes de las definiciones respecto al Caso Assange. El periodista australiano y fundador de WikiLeaks continúa en prisión en Inglaterra desde 2019, año en que fue literalmente arrancado de su asilo en la Embajada de Ecuador, asilo que se extendió por 7 largos años. 

Assange, diagnosticado con Síndrome de Asperger, ha pasado por una larga contienda por los diferentes escalones de la peculiar justicia británica, que nadie sabe porqué, lo mantiene en una prisión de máxima seguridad al lado de los criminales  más peligrosos y sin posibilidad de fianza. 

Lo que se definirá en Octubre es si el australiano, finalmente será extraditado o no, a los Estados Unidos, donde enfrenta 18 cargos por la publicación de archivos militares y cables diplomáticos confidenciales estadounidenses en el año 2010. Recordemos que estos archivos, que, entre otras cosas, demostraban los crímenes y violaciones a los Derechos Humanos contra civiles, por parte del ejército estadounidense; le fueron entregados por Chelsea Manning, ex soldado de inteligencia del ejército estadounidense y en libertad en estos momentos y que también, en ese entonces, fueron publicados por los periódicos más importantes en el mundo como Whashington Post, Dayli Mail, El país, etc.

Hace un mes la ministra de Relaciones Exteriores australiana, Penny Wong, declaró que este caso se ha prolongado demasiado y que debe concluir, algo que ya había comunicado en su oportunidad el Ministro australiano Albanese, sin provocar ningún cambio en la actitud de quienes mantienen a Assange en esta arbitraria situación.

Toda esta persecución y tortura contra el periodista, denunciada, entre otros, por el relator de tortura de las Naciones Unidas Nils Melzer, deja en claro el abuso de poder de los gobiernos incriminados, tanto Estados Unidos, como acusador; Inglaterra, como responsable de su encierro; Australia, por no tomar las medidas necesarias para liberar a uno de sus ciudadanos.

Julian Assange, el periodista más relevante de nuestro tiempo, brutalmente castigado por realizar su trabajo que es brindar información fidedigna y exponer la verdad. Esto no sólo pone en peligro la libertad de prensa y la libertad de información en el mundo, si no que también deja a los valores democráticos tirados por el suelo.

Veremos cómo continúa esta historia. Los activistas, defensores de los D.D.H.H y seguidores de Assange en todo el mundo, se preparan para múltiples manifestaciones y seguir exigiendo su libertad.

por Daniela Tomé