Lic. Germán Rothstein
Cuando el mundo exterior se agita,
el interior convulsiona.
Crisis sociales, políticas y
económicas a repetición, tiñen de dolor el entorno. Como respuestas históricas,
se han producido movimientos migratorios, en busca de una "mejor
vida".
¿Nacer en un suelo garantiza pertenecer?
"Ser patriota" parece una frase de
antaño, que entra en vigencia en épocas de mundiales de fútbol.
El "sentirse parte" se
construye en la historia de los pueblos, mostrando los dirigentes confiabilidad
y garantía en sus palabras, las que se ven respaldadas por sus actos.
Pero si recurrentemente aparecen
crisis económicas, inseguridad, corrupción y mentiras, poco a poco el
descreimiento se torna protagonista.
Van cambiando los partidos
gobernantes, con modelos que prometen "salvar la situación". Pero
estas palabras no reflejan la inminente nueva caída, a modo de un "déjà
vu" leído en algún manual de historia.
Ante la sensación de
"sentirse atrapados", resuena un dicho argento: "la única
salida es Ezeiza (aeropuerto internacional)".
Despedida
"Chek in time", puerta de entrada
a una nueva etapa.
Personas importantes acompañan
hasta el último momento, en un revuelo de emociones encontradas, humedecidas
con lágrimas derramadas. Todos se funden en interminables abrazos de
contención, intentando "retener un poco" de ese ser amado que está a punto de
partir.
"Vuelos de ilusión"
Despega el avión, sacudiendo
sueños y miedos, en un cóctel teñido por la ansiedad e incertidumbre que genera
pisar el nuevo mundo.
"Aterrizar de la ilusión", al
empezar a caminar la "extranjeridad", desde algún lugar siempre
duele.
"Acá es todo más seguro, y que no haya
inflación parece increíble, a veces me siento tentada de llevar una oferta por
si aumenta. Igual no todo es tan fácil, se extraña". "¿Si volvería a
pesar de extrañar? Ni loca, prefiero seguir acá".