India

10.04.2023

Por Cocó Galli

India te asalta todos los sentidos,  te depura lógicas aprendidas, te pone en jaque el sentido común, te roba el corazón y por sobre todo te cuida de vos mismo. 

    Voy a dividir a India en dos para poder contarla. El norte y el sur. Si tuviera que definirlos en una sola palabra esa sería confianza, fe. Los indios confían creen se mueven en masa sin control ni regla alguna en un perfecto caos que fluye sin violencia. Toda India es como un solo peregrino. Van, van, van sin dudar, sin detenerse, sin asustarse. Por momentos pienso que si un solo indio dudara el caos dejaría de fluir para convertirse en un verdadero caos. Solo ver el obstáculo que un semáforo en Jaipur causaba al tráfico... Acá el espacio es una conquista, solo estar haciendo una cola en la ventanilla de la terminal de trenes en Delhi y encontrarte con una nariz a 2 centímetros un codo entre tu bolso y tu cintura y un pie entre tus zapatos. Es que los indios suman 1.240 millones. No hay espacio propio el espacio es público y en él se mueven los intocables, los comerciantes, los guerreros y los religiosos.  Porque en India la cultura de las castas, al menos en el norte, aún tiene arrastre cultural. Infinitos templos y un modo devoto de profesar sus religiones que no son castradoras en cuanto a la alegría y al sexo , quizá si en tanto al consumo y los bienes. En India hay sexo no tengo duda. La testosterona y los estrógenos están satisfechos. Estas mujeres con sari han sabido calmar una de las mayores fuerzas destructivas o quizá sea su culto por Schiva, no lo sé. Después de India no solo no sé nada de India sino que no sé nada de nada. Reset. Sí, de India salís reseteada de tonterías, de creencias rígidas, de supuestos. Te deja en jaque. India incomoda.

      Decidimos hacer el viaje por nuestra cuenta, no contratar nada desde nuestras casas ni que nadie nos lleve. La aventura que tendría un mes por delante empezó en Delhi, a las 2 am cuando un taxi compartido con una pareja inglesa nos dejó en el hotel, The Pearl, en un camino que lucía como el lateral de la villa 31 bordeando la terminal de Bs. As. Bajamos mudas y cansadas. Dentro había el confort suficiente para descansar y sonrisas de Indios, muchos Indios. Porque en India el servicio en hoteles y de limpieza está en manos de los hombres, no hay mujeres en esas tareas. El desayuno servido por dos muchachos arrancó perfumado de especias y de masala tea junto a unos bastoncitos muy sabrosos de garbanzos. Salimos a la calle y como quién toma un taxi en Manhattan paramos un tuc-tuc, así llaman a esas motonetas de tres ruedas con techo y carrocería para llevar a dos o cuatro personas. Para nuestra sorpresa no paró uno, pararon cinco y había que discutir el precio, los cinco intentaban subirnos pero la competencia era sana entre ellos, lo importante era que el viaje se hiciera y alguno sería el privilegiado en llevarnos. Como resultó que al que nos subimos no entendía inglés tuvo que preguntarle a los otros, y como tampoco sabían fueron todos juntos en busca de un chofer que comprendiera donde queríamos ir. Porque en India te dicen a todo que sí ganándose el trabajo y resuelven después todos juntos, algo así como en la película del hotel donde el chico vendía estadías para jubilados sin tenerlo aún en funcionamiento. 

       Delhi rompe todas las reglas juntas de occidente. Todas. Yirando por la ciudad le preguntamos a un chico de unos 28 años como llegar hasta no recuerdo donde y entablamos una conversación fluida en nuestro mal inglés, nos dio unos cuantos consejos, entre ellos no ir a cualquier agencia de viajes sino ir solo a las autorizadas por el gobierno. Justo al revés de lo que nos habían aconsejado unos chicos detrás de un mostrador que organizaban viajes en el hotel. Hasta nos acompañó y se quedó ahí mientras contratábamos unos días por el triángulo dorado. Desde esa misma agencia salimos en auto con Jamir al volante para dar un recorrido por Delhi. Algo raro estaba pasando. La agencia del hotel de Delhi nos había alertado acerca de no contratar a nadie de una agencia gubernamental. ¿A quién creerle? A la vista toda buena gente, al menos te ofrecen agua o té ni bien te sentás.

      Paseamos todo ese día junto a Jamir y parte del día siguiente mientras en la agencia nos cotizaban el viaje. Cuando llegamos al hotel una pareja había sido embaucada por una agencia gubernamental o al menos eso nos dijeron los de la agencia del hotel. Cansadas ya de dudar decidimos no contratar con la agencia y ser nuestras propias agentes de viajes ( ambas trabajamos en turismo en otros tiempos) así que teníamos que ir con Jamir a decirle a su jefe que no íbamos a contratar nada. Que se quedara con los 100 dólares de reserva como pago de los dos dias en auto y chau gracias. Y ahí fuimos. Dos mujeres Marplatenses en un barrio por donde no hay una mujer, (en India la calle aún es de los hombres) rodeadas de cinco indios enojadísimos y sorprendidísimos que pretendían hacernos entrar a la agencia. Nosotras no entendíamos nada. Ellos tampoco. Distancia comunicacional entre culturas. Todos sospechábamos de todos. En fin, no lograron intimidarnos aunque lo intentaron. Huimos. Si, huimos.

     Fotografías por Cocó Galli

 Asi que empezamos a diseñar nuestros días por delante. Lo primero y más cerca Chandigarh, ciudad estado realizada por Jane Drew y Le Corbusier ( aunque a ella poco se la nombra. ) También son de su autoría los edificios gubernamentales y el museo de arte. Chandigarh es una ciudad planeada y ordenada con lógica matemática y habitada por indios, nadie sabe mucho como ni dónde ir, todo está zonificado. Los tuc- tuc se pierden todo el tiempo. Todo luce igual. Hay grandes tiendas de joyas y de hilados donde podés comprar las telas y te confeccionan, a mi compañera de viaje le zurcieron impecablemente el Jean que se le había roto con un alambre. Los costureros también son hombres, no hay mano de obra femenina. Comprar acá es algo diferente, es un intercambio entre personas más que un acto de consumo. En las joyerías ves familias enteras que van toman té y compran, lo mismo en las casas de hilados. De Chandigarh, tren a Jaipur. Segunda clase, la primera no existe aunque te la cobren. Un tren en India es un tren en India vayan y vean. Salió y llegó en horario. Teníamos la aventura de Jaipur, la ciudad rosa por delante. El hotel muy bueno, te dan mucho más allá que en otros países por el mismo precio. Fuimos en tuc-tuc hasta el fuerte Mogol ahí donde se sube en elefante. Por supuesto no subimos en elefante queriendo evitar los caminos turísticos, subimos por otro camino caminando. Camino por el que vimos monos, vacas, cerdos, perros, jabalíes , circulando por las calles. Porque en India los animales no se cruzan en la calle, circulan por las calles .

       Llegue a India creyendo que al pasar una vaca harían reverencias. Nada más lejos que eso. Cuando pasa una vaca es como si pasarás vos. Con los mismos derechos. Y es hermoso ese simbolismo teniendo en cuenta que son un país mayoritariamente vegetariano. Nos han pedido selfies hasta el cansancio, si, muchachitos jóvenes te piden una selfie con ellos, también muchas niñas y algunos adultos. Así que ahí estamos, retratadas en cantidad de móviles por la India. Lucimos exóticas supongo. Luego de visitar el fuerte, fuimos a una aldea donde entrenan y viven elefantes. Lindo lugar , tienen un lago donde se bañan, boxes, instalaciones dignas y cómodas, un mismo entrenador y compañero de por vida y laburan, si laburan llevando gente al fuerte, y también después para los que queremos aprender a subirnos... se sube caminando por la trompa y agarrándole de las orejas, buena experiencia, aunque yo más que caminar repté hacia la sima por la trompa de nuestra elefanta, bajo el go! go! de su compañero quien le había hecho unas pinturas con unos talcos de color que se van con el agua, ( los mismos que estarán usando esta noche 1 de marzo que celebran el comienzo del verano todos pintados en las calles). Hay una dignidad muy grande en el trato con los animales. Ya de noche fue en Jaipur donde protagonizamos un gran disparate. Comprendimos como una seguidilla de malentendidos y prejuicios pueden desatar una guerra mundial. A la cabeza fueron el miedo y la desconfianza y todo empezó por un signo o señal mal comprendida. 

      Les cuento. Salimos después de las 22 pm del mercado de Jaipur camino al hotel. Parada de tuc- tuc , más de cuatro queriendo agarrar el viaje y ni un vocablo en inglés, ni nosotras de indi . De nada sirve ( lo aprendimos más tarde ) mostrar el mapa o la dirección del hotel escrita con nuestras letras. Cansadas ya de tanto lío viene un señor bien bien Indio, bien bien sonriente y nos indica cual salvador que nos subamos. Sus vocablos y el modo de decirlos son siempre imperativos. Go, come. Y vas o venís. Fuimos. En dos segundos entablamos una amistad sincera, juguetona, risueña, él encantado de llevarnos, nosotras encantadas de ir con él, my friend , my fiend eran las palabras en el aire. En medio del caos organizado comenzamos a sacar fotos con los celulares, dos iPhones. Era tan distinto en su ropaje su actitud su todo su sonrisa y sobre todo su alegría que hicimos el chiste entre nosotras si no estaría loquito (tanta alegría de ser para nosotros es siempre sospechosa). Entre foto y foto y risa y risa el chofer de al lado que llevaba dos mujeres me mira y me hace un gesto como de crazy, ese gesto universal de la mano girando en la oreja y me indica con la mano algo. Ya era la segunda vez de su advertencia, así que nos convencimos. Nuestro ruiseñor y alegre chofer estaba loquito y nuestro salvador de al lado indicaba que nos bajáramos. Listo, basta de risas. Está loco! Se instaló el miedo. Vamos! Bajate! y en medio de un caos de tráfico en una esquina de más de 8 cruces nos bajamos sin decir nada y empezamos a correr. Primer parada de socorro, help me I'm afraid le dijimos a un colectivo lleno de milicos, que nos miraron sin comprender y no nos dieron bolilla. 

       Temer en India no se acostumbra. No viven en el miedo, nosotras lo trajimos de casa. ( habrá influido quizá que esa misma noche desvalijaban mi casa en Mar del Plata ) Seguimos avanzando entre autos camiones motos miles de motos y vacas y le pedimos ayuda a un señor que en ese infernal cruce por donde ahora también iban a pasar los bomberos intentaba hacer algo, tampoco nos entendió. Saltamos una valla esquivando los bomberos convencidas que escapábamos de un asesino violador loco y psicópata, cuando para colmo de males lo vemos venir de frente por la avenida en contramano (se avivó que iba sin carga, nos bajamos sin avisar). Ahora si, pánico. Confirmado, venía de frente gritando como un loco y sin darle bolilla al director de tránsito que le gritaba de lejos, stop, stop! Viste, viste, era un loco! Llegamos a la estación de servicio en busca de ayuda y tampoco, al miedo no lo entendían. De frente y enojádisimo viene caminando my friend , o el loco, quien sabe...reclamando su pago (nos habíamos bajado sin pagar) mi amiga no elige el mejor momento para regatear por el viaje de medio camino y acciona ante mi desesperado ¡pagale! My friend, como lo bautizó mi compañera de viaje, agarró el dinero nos miró decepcionado y se fue. Todavía hoy queremos encontrarlo para pedirle perdón. Si, era my friend, la locura era nuestra. Comprendimos más tarde (sin miedo) que pegó la vuelta contramano para llevarnos al hotel cuando se percató que no estábamos, que venía a cuidarnos, y que se puso furioso cuando en ves de ir hacia el huimos de él, con un my friend de morondanga y sin pagar. Ni el estaba loco ni nosotras éramos estafadoras. Pero la locura se desató por miedo, por un gesto de otro chofer malentendido desde nuestros propios prejuicios y que ahora comprendemos que nos decía que no seamos bobas que guardáramos los iPhones. Así las cosas y nuestra vergüenza a cuestas. Perdones y arrepentimiento sincero my friend. 


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      El hotel ya andaba por las 4 estrellas con más confort lo cual nos vino bien después de semejante despropósito. Al descartar las agencias podíamos darnos algunos lujos más con el mismo presupuesto. Próximo destino en tren Jaiselmer, la ciudad dorada en el desierto de Thar. La ciudad de los hilados de lana de camello que no compramos y nos arrepentimos. Nos recibió en Jaiselmer a las 5 de la mañana el chofer de KK el dueño de una agencia de turismo y de un camp en el desierto. Dimos con él gracias a dos muchachos de Informes turísticos en Delhi. Contratamos un día en el desierto con camellos , cena en las dunas, ( como en las pelis con cocineros y fogata y con delivery del pueblo y celulares con wifi) y luego de ser tratadas como princesas todo un día nos ofreció ser sus huéspedes un día más. Accedimos. KK con quien conversamos horas pertenece a la casta de los religiosos, ronda los 50 años y está un poco aburrido. Tiene un buen matrimonio y dos hijos grandes, y nos inició en el consumo de cookies. Relaxing, galletas con marihuana que están permitidas en India y que a mí ( como el alcohol) solo me duermen. Gracias KK por tu conversación y tus atenciones. Mientras tanto una amiga desde Bue insistía en que fuéramos a khajuraho a ver los templos del amor, asi que organizamos para desviarnos para ahí después de Agra y camino a Varanasi. Desde Jaisalmer tomamos un vuelo a Delhi y de ahí iríamos a Agra en tren.El vuelo en Spice Jet bien pero el tren salió tres horas más tarde. En esas tres horas nadie se mufó ni protestó ni hizo ruido ni lío. Los Indios conversan y esperan. Es India.Esta vez a diferencia de la primera en la estación de Delhi donde hasta la valija me arreglaron unos chicos en el andén, todo olía muy mal, la miseria se hacía presente. Viajamos en cuchetas de a seis junto a una pareja joven con un bebito y el abuelo. Se mueven en familias. Parecían mudarse, iban con mucha carga y mirada hacia adelante. Se los veía indefensos y juntos. Tuve frío, las ventanas no cerraban y mi mantita era chica. La alegría de ver a mi amiga ofrecerme un huevo duro que se había traído del desayuno ayudó en el viaje. Llegamos agotadas. Otra vez un cuatro estrellas, ¡ qué suerte! Después de un buen desayuno fui con antipatía a ver el Taj Mahal, así que de más está decir que no me gustó. Es que ese gran edificio mausoleo al que dicen que fue una obra de amor postmortem de un poderoso a su amada... no puedo sino verlo como un ejercicio de poder. Y como el poder y el amor a mi entender se llevan como el culo, no le di crédito. En vez de mandar construir esa mole de mármol y mandar cortarle las manos a todos los que la construyeron después, más amoroso hubiera sido liberar a los esclavos que lo construyeron, para mi que con la construcción expió culpas o vaya uno a saber. Pobre mujer, tener que cargar eternamente con tantos kilos de mármol. Insisto, el amor a mi entender tiene carácter transitivo. Este edificio a mi me habla de otra cosa. Así que amados míos, cuando muera, nada de nada porque voy a seguir entre ustedes aunque no lo noten. Si les nace un poema, una canción, una buena comida, una risa, una lágrima o una carcajada, hasta ahí bien. Vivan mi muerte con júbilo que ya nos volveremos a encontrar y no construyan nada con sangre de otros. Volveremos, se los aseguro. El amor es así. Me fui por las ramas, o por el tronco, o la raíz, quien sabe....

     Estoy en India, un país semilla según Osho, y es cierto son germen, son introvertidos, tienen la potencia y la sabiduría de la semilla, no lo entendí cuando lo leí, ( me prestó un libro un amigo y lo traje de viaje), recién lo comprendo ahora estando acá. Osho plantea que el Zen pudo nacer en India debido a su poder de semilla, que creció en China como tronco, como tallo y sólo pudo florecer en Japón un país extrovertido. El cree que seguirá en Inglaterra y de ahí a Estados Unidos, yo intuyo que será en Bolivia. Lo mejor de Agra no fue el Taj Mahal sino el encuentro con Joan, fotógrafo de pájaros pasajero del mundo con quien compartimos un almuerzo en una linda terraza. También lo mejor de Agra nuestro chofer Kumar que debía saber inglés y no sabía. Contratamos a las apuradas y a última hora en una agencia un viaje en auto desde Agra hasta Varanasi con parada en Orcha y en Kajuraho y como ese mismo día se casan todos en India, quien no se estaba casando estaba invitado a la fiesta de algún casamiento, por lo que no le fue fácil a la agencia conseguirnos un chofer. Así llegó Kumar a nuestras vidas ( quien de más está decir por la fecha festejaba su 12 aniversario de casado pero tomó el trabajo igual) nos esperaban dos días de viaje hacia Orcha y khajuraho. En el norte de India todos te preguntan si sos casada, y si tenes hijos y todos te muestran la foto de su esposa y de sus hijos en el móvil. Kumar no fue la excepción y no solo eso sino que pasó por su casa a buscar una muda y conocimos a su padre. El barrio donde vive es un barrio de trabajadores consolidado y bastante nuevo con una lógica muy distinta de la manzana, se parece más a un panal de abejas, a vasos comunicantes, me recordó la organización de las favelas. 

      El viaje de 300km de agra a Orcha duraría 9 horas. Fue un viaje en el tiempo, fue lo más parecido a la ciencia ficción, lo más cercano al imaginario del Apocalipsis, tuve cuatro pesadillas cada vez que pegué un ojo. También tuve que ir al baño en un hospital de ruta cuya foto tardará en borrarse. No fue sencillo instalar la confianza con Kumar ya que en tales circunstancias y sin una palabra ni una letra en común y sin saber él el camino ni nosotras ( o mejor dicho yo, ya que mi compañera de viaje dormitaba maltrecha del estómago) y sin saber nadie el camino porque estaba todo desviado y en construcción era mucho decir, mucho decir hablar de confianza. Quisiera saber, aún no pude averiguar, que son unas construcciones muy altas tubulares, con forma de linterna que hechas un humo y una combustión que impregnan el cielo de smog. Fantasmagórico. Kumar dijo algo así como energía... habrá que averiguar. El paisaje era desolador- Después de descubrir que era su primer viaje a esa zona y de haber andado una hora por caminos equivocados mi paciencia estalló en idioma incierto en un lugar o algo así como la casilla de una autopista en construcción. Hice a lo Indio. Bájate! Vení ! Saqué el mapa( recuerden que soy cartógrafo, si, con o ) los puse a los dos frente al mapa y gritando y want the short way to Kahuraho ( que de tanto gritarlo aprendí a decirlo) se pusieron a debatir y retomamos el camino. Ellos también responden al imperativo. De nada sirve en India el podría, querría, quisiera... puedo y quiero y listo. Go, come, yes, no! Y siguió el viaje en camino de un solo carril asfaltado con baches y banquinas a la que había que ir a parar a cada rato y con vacas a contramano de noche de frente y en grupo, si, leyeron bien, las vacas circulan por las rutas mano y contramano. Y no duermen todas de noche. Kumar es un excelente chofer. Orcha, 200 km antes de Kajuraho fue un remanso de una noche en un lugar tranquilo con hermosos templos y hotel con pileta. 

        Al día siguiente salimos a la tarde para Kajuraho después de esperar a que Kumar regresara del barbero muy campante. Los templos del amor en Kajuraho son bellísimos e impresionantes, expresan una sexualidad gozosa que nada tiene que ver con la dominación de occidente, si bien hay representaciones de todo tipo es evidente el protagonismo de la mujer como parte activa, el goce compartido. En nada se parece a la pornografía ni a Playboy que tanto han contribuido a vaciar de contenido la sexualidad. Compramos un Kamasutra cada una a la salida del templo.

       De vuelta al auto la amistad y confianza con Kumar a quien a cada rato llamaba su esposa quedó sellada con un gesto. Bajé a comprar papas fritas por 50 rupias, se bajó del auto me acompañó y resultó que con él valían 10 rupias. Ya éramos amigos, me invitaba a su mundo. Hubiera querido hacer más viajes con Kumar, pero llegaba el momento de despedirnos después de un hermoso camino verde y en altura hacia Varanasi que me recordó las películas de Sandokán , sí, es zona de tigres y se ven muchos safaris. La caza no está permitida en India. Ya estabamos en Varanasi así que nos despedimos del buen Kumar, el tenia más de 10 horas de viaje para llegar a su casa. A orillas del Ganges hay un fuego eterno en donde prenden las hogueras para quemar los cuerpos. Solo las jovencitas y los niños no son cremados sino arrojados al río. Hay muchas puertas o gates para llegar a la costanera . A las 6 de la tarde se agradece al río y se pide por la paz mundial en una ceremonia. Las cremaciones son continuas las 24 horas. Me gusta que los cuerpos vuelvan a la tierra, no me gusta nada las parcelas ni los cementerios ni nada que ocupe lugar. En Varanasi se mezcla el dolor de los parientes y amigos despidiendo a sus muertes junto al turismo que es siempre bienvenido. Perdiéndonos en sus callecitas en la parte vieja, seguimos un cortejo de mujeres y fuimos invitadas a un casamiento sin saberlo. Un jefe de familia con un solo gesto nos invitó a pasar, acercó dos sillas a su lado, nos sentamos, estiró un dedo, y nos trajeron dos cazuelas biodegradables hechas con hojas de alguna palma rellenas de unos dulces muy ricos. Luego acompañamos a la mujeres dentro, en lo que serían los preparativos y los rituales previos a la boda que se celebraría a la noche. Después de esta experiencia y de dormir en una preciosa cama con buffet de almohadas emprendimos camino al sur. Más de 1000 Km.Varanasi, Delhi, Kochi, en Kerala al sur de India. La parte oeste sobre el mar arábico. Nos sorprendió ver una imágen de Cristo y María en el taxi que nos llevó del aeropuerto al hotel. El sur concentra la mayor cantidad de católicos que según unos es del 2% y según otros del 10%. El clima pasó de desértico a subtropical, hay verde y palmeras y las backwaters ahí no más del Mar. Ya se vaá asemejando a Occidente, semáforos, carteles de tránsito, muchos edificios, autopistas, aeropuertos de lujo, hotelería 5 estrellas, ya quedaron atrás los Heritaje que son palacios reciclados. Paseamos por fuerte Kochi, perdimos el tiempo visitando el shopping más grande de India donde se pasean muy pocos indios vestidos con camisas Hugo Boss y pañales. Seguimos a la playa, Cherai beach, un oasis de silencio palmeras y hoteles atendidos por sus dueños donde cocinan para vos o podes usar su cocina para prepararte unos buenos mariscos y peces traídos del mercado. Ubicado en la primera línea de playa, la cual hay una sola, ya que la segunda fila es primer linea de los backwaters, lagunas donde pescan con redes chinas y donde habitan los langostinos Tiger más ricos que comí en mi vida. Impresiona el ruido Del Mar de noche sabiendo que son no más de 100 m de tierra rodeado de agua a ambos lados.

       En diciembre un ciclón fuerte en Kerala los dejó con menos playa. La gente de la zona baja a la playa a jugar con el mar , vestidos en su mayoría, recién a las 4 de la tarde. Cerca de las 18:30 el sol cae rojo perdiéndose en el smog segundos antes de pasar el horizonte. Es un pueblo de pescadores con muchos altares e iglesias católicas. El domingo a las 7 de la mañana, después de visitar el puerto, fuimos a presenciar una misa. Como en cualquier otro templo, los zapatos quedan fuera, entran descalzos y se sientan en el piso. Estos gestos de humildad los define. India es un país poco egocèntrico, creen en algo más grande que ellos mismos, es fácil la comunicación no habiendo egos dando vuelta. Me gusta eso.En el sur ya la cartelería está en inglés, muchos visten ropas occidentales, se ven pocas vacas, al menos en las grandes ciudades.Ahora entiendo cuando se habla del gigante asiático. Da la impresión que no hay nada que los detenga, y son millones, solo en Bombay habitan 35 millones de los 1240 millones que tiene India.En la costanera de Bombay cada 5 metros ves una pareja abrazada, es una postal preciosa.Llegué a Bombay para encontrar a Gandhi, ahora sé que me trajo hasta acá.A diferencia de occidente donde somos expuestos constantemente a un bombardeo de publicidad que nos necesita deseantes de lo que el mercado necesita convertiendonos en esclavos y en consumidores jamás satisfechos , sospecho que acá ha sido la religión lo que los ha hecho gozosos, agradecidos y satisfechos. Los indios no han perdido al niño que llevan dentro, ni las ganas de jugar, ojalá jamás lo pierdan. Se habla siempre de la basura en sus ciudades y es cierto, hay sectores muy sucios y la limpieza es algo que muchos municipios ya toman como una meta y van educando al respecto. Poco se habla sin embargo de lo limpia que es su gente. Si, India es un país sucio con mucha gente limpia. Parecieran no temerle a los microbios, pero si al moho. Me da mucha curiosidad saber si consumen tanto antibiótico como nosotros, cuáles son sus enfermedades... Se ve mucha gente toser. Hay lavatorios y bombas de agua por todos lados, purifican sus cuerpos y sus ropas con agua y no juntan cosas ni rotas ni viejas. Puede haber caca pero no moho. Si, en el norte no solo las vacas hacen sus necesidades en la calle también algunas personas, pero el calor y el sol abrazarte no lo hacen distinto a cuando estás de campamento. Me dan más asco los olores a aguas servidas. También te ofrecen agua gratis donde vayas, sea filtrada que es rica o mineral.

       Creo que la mejor experiencia religiosa en India es mezclarse en sus calles, conocér su gente, salirte de los circuitos turísticos, olvidarte de los miedos y vivir la experiencia. En ningún lugar del mundo me sentí más segura y relajada. Hubo días duros si, el cambio de alimentación , el smog que te quita aire, las eternas bocinas, pero jamás dejó de abrazarnos su humanidad.Ahora desde el aire en vuelo de British Airways, (línea aérea para la que trabajé mientras estudiaba ) de Bombay a Londres vienen unos días junto a quienes fueran sus últimos colonizadores.Habrá que ver cómo se ve Londres como huele y como es estar entre sus gentes después de haber estado en India.




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